Un recorte realizado a partir de la lectura del libro: Modo de gozar en femenino, de Marie -Hélène Brousse.
Por Verónica Villarreal.
Sitúa a la época, los movimientos sociales, los discursos y la contracara del psicoanálisis a los otros discursos, acentuando su perspectiva en los objetos de deseo de cada analizante. Desde allí, va a comenzar a disipar la diferencia entre los términos mujeres y femenino, que justamente no se recubren.
Suscita el movimiento #Me too, en la exigencia que el goce sexual ya no se defina únicamente por el deseo masculino. Puntuando la posición del analista ante el goce sexual de cada analizante, su relación con el goce sexual no está determinado por lo biológico ni por el género, ni por el orden social; sino por un trauma, el sexo es el trauma. «El sujeto está ahí, en esa cosa oscura que nombramos a veces como trauma, otras, como placer exquisito» que podemos encontrar en la página 11 del libro, tomado de Lacan «De la estructura como inmixión de una alteridad previa a un sujeto cualquiera».
Se va inmiscuyendo en experiencias del goce femenino que escucha como analista, especificándolo como lo misterioso, lo no localizable, lo ilimitado.
Sirviéndose de la física cuántica es que vacío, ondas gravitacionales y agujeros negros son el trípode para ayudar a abordar el goce femenino de los cuerpos hablantes en análisis.
En su recorrido, nos podemos encontrar con frases como: para poder tener acceso a lo femenino, hay que vaciar a la madre, en una diferencia cultural necesaria entre la mujer y la hembra.
Los Unos-solos… seres hablantes que se autodeterminan, prescinden del Nombre del Padre, se podría decir, sirviéndose de los discursos del amo moderno.
Hace un contrapunto entre la época de la metáfora paterna en que el Nombre del Padre regulaba lo simbólico y la madre insertaba una x en tanto deseo; de la época en que vivimos, que Lacan comienza a ver llegar, de Los incautos no yerran del orden de hierro de lo social. Donde lo social toma un predominio de nudo, que produce la trama de tanta existencia, se restituye con ellos un orden que es de hierro. Entonces, con la pérdida del amor por el padre y el declive de la metáfora paterna se impone una nueva alternativa, donde lo social sustituye al nombre. Época en que todo se muestra en las redes.
Pasaje del modelo de la cadena al modelo del nudo borromeo, dándose un efecto de sustitución de la familia por lo social, tomando ésta la función de «nombrar para». ¿Cómo se las arreglan los seres hablantes en la época de la forclusión del nombre del padre? ¿Somos todos psicóticos? Se sirve de los nudos de tres para dar respuesta.
En el Seminario 7, Lacan evidencia que para la madre de Hamlet el punto de fuga al orden paterno es su deseo de mujer. Hoy el punto de fuga del deseo del «parent» es lo femenino. LOM está asociado al cuerpo hablante y a la existencia. No del lado de «yo soy» ni de la «falta en ser».
Nos ofrece algunas viñetas de casos clínicos en que se puede pesquisar algo de ese goce difícil de localizar, que está más allá del goce fálico, que es el goce, llamado por Lacan, «femenino«.
«Borramiento de la imagen, del nombre del Uno«; «Desobediencia, sentido y silencio«; «Soledad y desaparición«; «Goce de la desaparición: ser barrado»… son algunos subtítulos que acompañan esta aventura del recorrido de descubrir un «Modo de gozar en femenino».