Pablo Requena
Considero que para responder de alguna manera a esa pregunta hay que retomar otra ya trabajada, pero fundamental: ¿por qué una escuela para el psicoanálisis?
Aproximarse a la noción de Escuela no resulta sencillo, presenta una diversidad de acepciones y adjetivaciones que, sin embargo, no logran reducirla en su complejidad, ni capturarla en forma plena.
Igualmente hay algo central que no hay que dejar de destacar: La Escuela no es para los psicoanalistas, es para el psicoanálisis. El Acto de Fundación tiene estatuto de acontecimiento, una escansión en el movimiento institucional psicoanalítico, “reduce a nada sencillas costumbres”[1]. Podemos decir la Escuela fue un acto de interpretación de los modos institucionales que, por supuesto, influían en la concepción misma de un análisis, una manera de plantear “una reforma en su agujero”. Por supuesto no fue un acto libre de dificultades y controversias. Instauró formas de vinculación a definir, a contrapelo de las propuestas burocratizadas e institucionalizadas, recortando, más que una nueva forma, un vacío. El Acto restaura un vacío fundamental escotomizado por la dimensión exaltada de los semblantes y membresías del saber, vacío que es constituyente de la vida de la Escuela y el psicoanálisis.
Luego podemos decir que la emergencia de la AMP es el acto que realiza Miller inmediatamente luego de la creación de la EOL. Era indudable que la Argentina requería y ameritaba una Escuela, pero esto mismo es descompletado en acto por su lazo con la AMP. Y una vez que la AMP tiene deslices inevitables hacia la pregnancia de lo instituido, redobla la interpretación con la Escuela Una, lo más alejada posible de los detritos institucionales que siempre surgen.
Más allá de la interpretación fundamental hacia adentro de las formas institucionales, lo que puede leerse a su vez es una política del hacia afuera. No parece apuntar a la identidad-Escuela, sino a su despliegue, su obra, su hacer. Solo a modo de ejemplo de esto podemos mencionar los Comités de Acción de la AMP.
La Escuela está hecha para restaurar el filo cortante de la verdad freudiana. Es decir que las instituciones psicoanalíticas tienden a perder ese filo, como toda dinámica de grupo. Lacan apuntó a romper con la asimetría del docente, del didacta, del AME, las membresías del saber. Pero, si se corre eso ¿qué queda? Uno, uno, uno, invitados a comprometerse con el devenir del psicoanálisis. Sin ser ingenuos podemos ver que esos unos no siempre son equivalentes. Y ahí se desliza un tema crucial: no el poder, no el líder, sino el tema de la autoridad analítica. Sin duda la autoridad desliza una pata hacia el saber, una autoridad epistémica, pero fundamentalmente se funda en la noción de trabajador decidido, que asume como propio el sostenimiento del discurso analítico en el mundo, desde la implicancia, desde la formación activa y permanente, pero sobre todo, desde la lectura atenta del despliegue institucional. Por supuesto es un tema mucho mas basto, que requiere de elucidaciones más elaboradas y profundas, que solo menciono.
Miller refiere que “al psicoanálisis no le está permitido la demostración silenciosa, de tal manera que quizá la conversación es lo que instalamos nosotros en el lugar del nombre del padre”[2]. La conversación sería la “puesta en acto de la de-suposición del saber del Uno, del saber soportado por uno sólo”[3]. Podemos ubicar una dimensión política en la propuesta de Conversación y Permutación.
Escuela y singularidad.
Mi primera intervención en la Delegación la titulé “Lo escuela”. Más que apuntar a un sustantivo, o a pretender definirla, preferí recortar una supuesta cualidad a desplegar en cada uno de los que nos vinculamos con el psicoanálisis, del lado de una disposición o cierto consentimiento al trabajo con otros, a la trasferencia de trabajo en “una comunidad entre sujetos que conocen la naturaleza de los semblantes y cuyo Ideal, el mismo para todos, no es otra cosa que una causa experimentada por cada uno a nivel de su propia soledad subjetiva, como una elección subjetiva propia, una elección alienante, incluso forzada, y que implica una pérdida”[4].
En un trabajo en el marco de un cartel, luego de comenzar a dimensionar lo mencionado por Mauricio Tarrab[5] de que al ternario freudiano de la formación analítica se agrega la inmersión en la experiencia de Escuela, asociado a la mención de Lacan de Escuela como experiencia inaugural, se me ocurrió pensarla como Escuela-letra, más acontecimiento o inscripción que asociada a un sentido definido, lo que nos lleva a equivocarla de maneras singulares, pero esperando que la experiencia analítica de cada uno, permita estar en dirección a ella, de una manera menos neurótica.
Escuela para el psicoanálisis.
No sabemos bien qué es el psicoanálisis. No es claro que lo defendamos o lo animemos por los mismos motivos. Por algo Lacan tuvo que deshacer su propia Escuela. Por algo cada tantos años Miller lee y provoca esas sacudidas monumentales al status quo. No es el único Uno, pero que él esta despierto, no caben dudas. No es tan sencillo sostener ese filo en las conversaciones, intercambios y dinámicas institucionales, sin que eso se deslice hacia la asimetría, la correción, la aprobación o desaprobación, etc. No basta solo la autoridad analítica, también se requiere analizantes a la altura de esa escucha. Mauricio Tarrab menciona que “la affectio societatis no es el amor ni poner la otra mejilla para recibir golpes”, tampoco es “amistad o mutualismo”. “La affectio societatis del lado de tolerar la incomodidad de lo heterogéneo que se obtiene al reconocer lo que no se sabe del psicoanálisis mismo”[6].
Escuela y elaboración de un saber propio…
Hoy me surge otra forma de indicar lo que podría ser una escuela, enlazada a la formación, que se desprende a mi entender de los esbozos anteriores. La Escuela es estar en las vías de la elaboración de un saber propio… para el psicoanálisis. Si bien no hay criterios definidos para estar en la escuela, la escuela es una escuela de analizantes. Analizarse podemos decir que es la primera inmersión en el psicoanálisis. Basta que eso pique lo suficiente para que uno quiera dirigirse a pensar y elaborar los fundamentos que enmarcan esa praxis, con otros, para ir más allá de la elaboración de saber singular que podría desprenderse de la propia experiencia analítica, y esbozar una versión de la causa analítica a elaborar en un trabajo de Escuela, para otros, por el psicoanálisis. Y así ensanchar los porosos bordes de la Escuela, lugar fundamental del trabajo decidido, para continuar apostando para que el viento del psicoanálisis no se detenga, y solo entre para afinar su orientación hacia afuera.
[1] Lacan, J. (1964) “Nota adjunta”. El Acto de Fundación. Otros Escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 251
[2] Miller, J-A. “Introducción al post-analítico”, El Peso de los Ideales. COL, Bs.As., 1999, p. 22 COL.
[3] Ibíd.
[4] Miller, J-A. “Teoría de Turing”, Revista Consecuencias, Nº21, noviembre 2018, Revista Consecuencias | Instituto Clínico de Buenos Aires (revconsecuencias.com.ar)
[5] Tarran, M. “Sobre la formación analítica y la Escuela”, En las huellas del síntoma, Grama, Buenos Aires, 2005, p. 142
[6] Tarrab, M. El decir y lo real, Grama, Buenos Aires, 2023, p. 17
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