Gastón Cottino
Llegar a permutar es llegar a poner en marcha otro principio colectivo del funcionamiento de Escuela. Por eso permutamos todos y lo seguiremos haciendo.
Para llegar hasta aquí, como todos saben, fuimos ACEP gracias a Luz Casenave y al joven Jacques-Alain Miller y fuimos CID, instituto cuya aufhebung implicó la fundación de esta Delegación Mendoza de la Escuela de la Orientación Lacaniana.
Nuestra Delegación comparte lazos en la ciudad con el Curso de Especialización en Clínica Psicoanalítica, que organizan el Colegio de Psicólogos/as de Mendoza y ACEP (que amablemente gestionó la llegada de Silvia Tendlarz). También con el Curso de posgrado de La dirección de la cura de Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo, con Barriletes, un nudo Nueva Red CEREDA; así como con especializaciones y cátedras de la Universidad de Congreso, la Universidad del Aconcagua y de la Universidad Mendoza. Finalmente, nos extendemos hacia instituciones de salud pública, en donde numerosos colegas orientan su práctica desde el psicoanálisis.
Digamos que existen suficientes lugares por donde hacer esa restauración, siempre necesaria, del filo cortante de la verdad freudiana y, en consecuencia, de hacer avanzar el psicoanálisis.
Y somos EOL, como las secciones, las otras delegaciones, las antenas, los círculos de carteles y la sede de Ancón. Instancias de Escuela que no son sin un agujero en su centro, el cual hay que poder preservar.
La EOL pertenece a una Federación Americana, llamada FAPOL, junto con la NEL y la EBP. Y pertenece también a algo vital para la vida del psicoanálisis en el mundo, una instancia que nace junto con la EOL, la AMP, que compartimos con 6 Escuelas más.
La AMP hace de la Escuela un concepto del psicoanálisis y le da vida. Esa es su política y para ello debe articular lo Uno de esta orientación con lo múltiple de los lugares. En esa multiplicidad cabe nuestra querida Delegación Mendoza.
De este ya fundamental concepto de Escuela elegí para hoy, para destacar hoy, para hacer resonar hoy, el trabajo como trabajo de Escuela.
¿Qué hace que un trabajo sea trabajo de Escuela? ¿Qué lo vuelve tal? ¿Qué hace que no sea una orden del súper yo, un don obsesivo ni un galón fálico, sino un asunto de causa? ¿Qué lo vuelve distinto al narcisismo de grupo y las rivalidades para ponerlo al servicio del psicoanálisis? ¿En qué punto se vuelve “de Escuela”, sin idealizarlo, en el mismo movimiento?
Veamos. Para mi sorpresa encontré que el significante trabajo es el que más se repetía en el Acta de fundación[1]. He aquí algunas de sus acepciones:
1- “la Escuela es el organismo en el que debe cumplirse un trabajo”.
2- “este objetivo de trabajo es indisoluble de una formación a dispensar en ese movimiento”
3- “los que vendrán a esta Escuela se comprometerán a cumplir una tarea sometida a un control interno y externo”.
4- “para la ejecución del trabajo adoptaremos el principio de la elaboración sostenida en un pequeño grupo (cartel)”.
5- “se adherirá a la escuela presentándose en un grupo de trabajo”
6- “El éxito de la Escuela se medirá por la presentación de trabajos que sean admisibles en su lugar”.
7- “La enseñanza del psicoanálisis solo puede transmitirse a otro por las vías de una transferencia de trabajo”.
8- “una Escuela de trabajadores decididos es una Escuela de analizantes respecto de la causa analítica, la cual sin duda colectiviza pero no identifica”[2]
Esta enumeración la desarrolla Miller en marzo de 1990 en el contexto de la fundación de la Escuela europea de psicoanálisis y en su seminario de ese año: El banquete de los analistas.
Podríamos poner al trabajo estas ideas y respondernos lo que nos preguntábamos.
Solo destacaré esta vez que una Escuela de trabajadores decididos es también una Escuela de analizantes, una Escuela que está hecha para alojar la causa propia del discurso analítico, que es la misma que funciona en cada análisis, todos los días, solo que aquí tiene la enorme cualidad de colectivizar sin homogeneizar.
No a los tres años, sino al mes y medio de la fundación de la EOL, Miller se preguntaba por los efectos de esta en las Escuelas ya existentes. Allí dice, con mucha claridad, algo que encontramos cotidianamente en la vida de Escuela y que sin duda ayuda en la elaboración que les propongo: “Hay un estatuto de la Escuela en el inconsciente. La Escuela es un lugar donde se habla, donde se escucha, donde se reconoce, donde se pone a prueba; es un lugar del Otro y esto no podemos desconocerlo. Es un lugar y es también un objeto investido; es una causa de deseo. La Escuela divide al sujeto, produce efectos y está presente en los análisis.” [3]
Pues bien, ahora sí creo que es el momento de agradecer a los colegas y amigos de la coordinadora saliente: Gustavo Moreno, Mabel Rabino y Andrés Romero por haber sostenido esta causa durante estos tres años, orientando una política de manera plural, escuchando, alojando y procurando también un tratamiento de los síntomas. A la presidenta del Consejo Estatutario de la EOL, Silvia Tendlarz, quien nos viene acompañando desde hace mucho tiempo, de distintas maneras, pero que hoy le aportará una enunciación fundamental y distinta a este primer acto de permutación. A ambas instancias, una de ellas representada por la comisión ad hoc saliente, Adriana Testa e Inés Sotelo, también por confiar en Rita Saposnik, en Débora Trovarelli y en mí para lo que sigue.
Es momento de mencionar a los trabajadores decididos que integraran las nuevas instancias o pequeños grupos (hasta ahora):
Sede y transmisión:
Responsable: Loli Dueñas.
Integrantes: Margarita Báez; Julián Carballo; Horacio D´Amico; Nadia Kaliñciski; Gabriela Nafissi y Leandro Picighelli.
Librería:
Responsable: Florencia Vargas.
Integrantes: Justina De Casas, Gonzalo Domínguez, Germán Frasca, Vanesa Testa y Mariela Trujillo.
Difusión:
Responsable: María Basile.
Integrantes: Eleonora Abrahamovich, Agostina Piazza, Abigail Rocasalvo, Octavio Morrison y Luciana Sol.
BOLM:
Responsable: Ana Sol Sickic y Eliana Campos.
Integrantes: Julián Cánovas, Gabriela Fontana, Daniela Ganem, Miguel Lucero y Mauro Parera.
Tesorería:
Responsable: Rita Saposnik.
Integrantes: Andrea Banegas y Julieta Gallea.
Carteles:
Responsable: Débora Trovarelli.
Integrantes: Virginia Abihaggle, Natalia Brassesco, Virginia Del´´Innocenti, Antonella Pantone, Laura Rodríguez y Mariana Santoni.
Para concluir me voy a referir a un chiste viejo que pude escuchar, mientras escribía estas notas, con una luz diferente.
La escena incluye a Fidel Castro en la Plaza de la Revolución, mientras daba uno de sus largos discursos, evocando lo que se decía de Cuba, algo que les retornaba en forma invertida desde los yankees.
Allí les preguntaba a los cubanos: ¿Ustedes creen que somos pachangueros? A lo cual le respondían, lo que muchos de ustedes ya saben: no, Fidel, no somos pachangueros. Y luego: no, Fidel, no somos pachangueros; y después: no, Fidel, no somos pachangueros; no, Fidel, no somos pachangueeeeeros…
Quien cuenta esta breve historia no puede no cantar, y en algunos casos no bailar, después de la tercera repetición. Es decir que ante el discurso político lo que retorna es algo del orden del goce. Moraleja: el inconsciente es la política. Condición necesaria para una Escuela sujeto y por ende para cualquier trabajo que se pretenda de Escuela.
Es así que, desde este otro laburante, el inconsciente; les ofrezco algo, caro a mi lazo asociativo: la amistad. Una amistad, si me lo permiten, analítica, que definiría junto a Maurice Blanchot del siguiente modo: “La amistad, esa relación sin dependencia, sin episodio y donde, no obstante, cabe toda la sencillez de la vida, pasa por el reconocimiento de la extrañeza común que no nos permite hablar de nuestros amigos, sino hablarles a nuestros amigos (…) (Es aquella que) incluso en la mayor familiaridad, (implica) una distancia infinita, esa separación fundamental a partir de la cual lo que separa se convierte en relación”[4]
Queridos amigos, trabajadores decididos, nos deseo un buen trabajo.
[1] Lacan, Jacques. “Acto de fundación”. Otros escritos. Paidós, Buenos Aires.
[2] Miller, J.- A. El banquete de los analistas, Paidós, Buenos Aires, p.266
[3] Miller, J.-A. El Nacimiento del Campo freudiano. Paidós, Buenos Aires, p 266
[4] Blanchot, Maurice. La amistad. Trota, p 266.