Laura Rodríguez
Cuando recibí la propuesta para hablar sobre psicoanálisis puro, de inmediato comencé a pensar en el binomio psicoanálisis puro – psicoanálisis aplicado, entonces decidí ir a los inicios.
Freud al querer extender el psicoanálisis a otros campos del saber, lo llamó aplicado, ya que quería darle en ese entonces otros alcances más allá del terapéutico.
En 1964 Lacan en el Acta de Fundación de la Escuela Francesa de Psicoanálisis[1] distingue tres secciones dentro de la Escuela, a los fines de que cada sección pueda ocuparse del estudio de diversos problemas dentro del psicoanálisis.
- Psicoanálisis puro, que era el psicoanálisis didáctico, ya que en ese momento Lacan aun lo nombraba de ese modo.
- Psicoanálisis aplicado
- Relevamiento del campo freudiano
Cabe destacar el valor de estudio que Lacan esperaba de cada una de las secciones, sin que de ello se desprenda la idea de dos psicoanálisis o dos prácticas distintas.
Miller en el texto Psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado y psicoterapia refiere que la división entre psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado se basa en la diferencia entre síntoma y fantasma, en la noción de un más allá del síntoma donde se encuentra el fantasma.
En El Banquete de los Analistas dice: “Podemos pensar que el psicoanálisis se alimenta de una discusión sobre su función, a tal punto“que es posible considerar el psicoanálisis puro como esa discusión misma”.[2]
Este último punto puede entrar en articulación con la pregunta que orienta este encuentro: ¿qué psicoanalistas necesita el psicoanálisis?
Considero que la reactualización de la discusión, en el buen uso de la palabra, sobre psicoanálisis puro y psicoanálisis aplicado tiene que ver con la presencia de los analistas en distintas instituciones, hospitales, escuelas, centros de internación.
De un tiempo a esta parte, hay psicoanalistas en las guardias de los hospitales, en interconsultas, en comunicación con maestros de los colegios, con los ETI[3], entre otros, entonces me pregunto: en esa coyuntura ¿qué es posible para el psicoanálisis?
Un texto de Adriana Rubinstein, que podemos encontrar en la revista Virtualia # 7, ayuda a pensar lo que hace signo en la práctica: “La extensión del psicoanálisis en instituciones públicas y en el sistema de salud hizo posible la intervención del analista en condiciones y con patologías que escapaban a las condiciones más clásicas de la práctica, exigiendo la revisión de los conceptos y de sus aplicaciones y haciendo necesario ubicar que queda del psicoanálisis cuando no puede hablarse de discurso analítico” [4]
Luego menciona algunos modos de aplicación del psicoanálisis, teniendo en cuenta las condiciones en que este se aplique, las demandas de que se trate y si funciona o no funciona el discurso analítico:
En muchos casos hay analista, pero no discurso psicoanalítico y no se trata de psicoterapia, pero se mantiene lo esencial: la operación, el deseo y el analista. Es un modo de aplicación del psicoanálisis, pero sin entrada en análisis.
Habrá otros casos donde podrá instalarse el discurso analítico, sería un modo en el cual la diferencia entre puro y aplicado queda reducida, aunque no siempre que se instale el discurso analítico está asegurado que el proceso llegue a su fin.
También podemos pensar que son modos de psicoanálisis las intervenciones producidas por un analista fuera del dispositivo analítico o terapéutico: intervenciones en guardia, intervenciones en los juzgados y en todas aquellas condiciones en que, por fuera del discurso analítico, el analista pueda dar lugar a la singularidad del sujeto.
Al revisar los modos de aplicación del psicoanálisis pienso en lo que Lacan nos dice en Función y campo de la palabra… que si bien hemos escuchado innumerable cantidad de veces considero siempre preciso recordar: “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”[5].
Ya en la última enseñanza de Lacan la diferencia entre psicoanálisis puro y aplicado se halla ausente. Más bien como dice Miller tal vez resulte inesencial teniendo en cuenta el recorrido anterior.
La clínica contemporánea, sujetos sin posibilidad de historizar, palabras reducidas por el acto, muestras en el cuerpo del sufrimiento psíquico, la muerte significada como un acontecimiento que puede terminar con el malestar: ahí el analista, ahí el psicoanálisis, en un trabajo artesanal de alojar una singularidad en la contingencia, tal vez intentando ubicar un significante o un punto de apoyatura que posibilite algún tipo de estabilización dando un tiempo al sin tiempo.
Marcar una hiancia con el sentido común y con el universal que indican de qué manera y en qué medida desmedida gozar: es por este lugar que puedo pensar que psicoanalistas necesita el psicoanálisis.
[1] Lacan, J., (1964) Acta de fundación, Acta-de-Fundacion-J-Lacan-1964.pdf (elp.org.es)
[2] Miller, J. – A., El banquete de los analistas, Buenos Aires: Paidós, 2011 P. 267 a 274.
[3] Equipos Técnicos Interdisciplinarios pertenecientes a la Dirección General de Protección a Menores de Edad, Provincia de Mendoza
[4] Rubinstein A., “Los modos de aplicación del psicoanálisis”, Revista Virtualia # 7, mayo 2003. Los modos de aplicación del psicoanálisis | Virtualia, Revista digital de la EOL (revistavirtualia.com)
[5] Lacan, J., (1953) “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, Escritos 1, Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2007, p. 231 a 257.