¿CÓMO HABITAR LA ESCUELA?: CAUSA E IDENTIFICACIÓN

Publicado por Gustavo Saraceno en

 Leandro Picigelli

Agradezco la invitación del equipo de las Noches de Escuela, a Dolores Dueñas y a Daniel Millas y a ustedes que están aquí.

Inmediatamente luego de recibir la invitación para hoy me puse a trabajar, al sentarse acá se trabaja, sin dudas, y lo que lo mueve a uno a trabajar es algo que lo causa…

Identificación

Empiezo por la dificultad de cierto tipo de identificaciones que pueden producirse al interior de la Escuela y que generan cierta tensión. En un primer momento escribí que ponían en peligro, que ponían en riesgo, sin embargo, luego de trabajar el tema, encuentro que hay algo de ineliminable.

Una de las tensiones la ubico como la identificación a conceptos cerrados e inentendibles: disancia, sostenerse en “la lengua tal como es hablada por la gente que ejerce la misma profesión”[1], la disancia lacaniana produce efectos de no decir nada, de no tocar lo real en juego en el espacio que se ocupe, tanto hacia el interior de la Escuela como hacia afuera.

Otra tensión que ubico es la identificación de unos con otros, “la horizontal que liga a los semejantes; y la vertical, que se establece sobre un no semejante a los otros”[2], una identificación imaginaria (la horizontal), y una identificación simbólica (la vertical) “ligada al significante del ideal” que da como resultado efecto de grupo.

Aquí hay que diferenciarlo del efecto de sujeto cuando lo que opera es la transferencia de trabajo (en la relación de un sujeto con otro).  O sea que, en la relación entre los sujetos, y del sujeto con el Ideal, se puede obtener identificación, o relación al propio ideal, y relación entre sujetos, teniendo en cuenta que es lo que opera: si transferencia de trabajo o la relación amor/odio.

Estas identificaciones son distintas maneras de identificaciones al Otro, petrificando así el modo de hacer lazo, tanto entre analistas, como en su relación con el psicoanálisis.

Vía la experiencia analítica, estas identificaciones van cayendo, modificando la fijeza en el modo de hacer lazo. Y lanza al sujeto a su propia soledad con su causa.

Despejando la cuestión fantasmática, las vueltas del deseo, la cuestión del y los síntomas algo de la causa se asoma, bienvenida.

Por lo tanto, también estas caídas de las identificaciones ¿producen la aparición de la causa analítica? A comprobarla.

Santo trabajador

Siguiendo a Miller, en El Banquete de los Analistas, Lacan ofrece a los miembros de la Escuela una posición para identificarse: la del trabajador[3]. Sin embargo, hay que diferenciar esta posición en tanto miembro de la Escuela y la posición ofrecida por Lacan para la experiencia analítica: la del santo, que es quien no trabaja (en la experiencia analítica quien trabaja es el analizante), estas posiciones implican una oposición, sin embargo:

Cito a Miller: “Por eso Lacan no invita al analista a formar parte del conjunto Escuela como analista, sino como trabajador, como santo trabajador”[4]

Ya que, si se intenta formar parte de la Escuela como analista, en la posición de objeto a, propuesto para el discurso del analista, tiene sus particularidades, ya que primero no habría posibilidad de conjunto (toda posición de a, rechaza cualquier posibilidad de formar conjunto) y además se incurre en el riesgo de convertir esta posición del analista, en significante del analista, como significante amo; aS1

De aquí la desesperación de Lacan para pensar la vida de la Escuela, en tanto “es imposible que los analistas formen un grupo.”[5]

Para esto Miller ubica que la Escuela propone una forma de lazo distinto, ya que sería un lazo que no forme grupo, tomado de la experiencia analítica, lo cito en El Banquete de los analistas: “un lazo que no se funda en una identificación del lado del analizante (que solo es tal en tanto que pone a trabajar sus identificaciones y se desprende de ellas, y que, por ser sujeto de palabra en la experiencia analítica invierte la captura por la identificación) ni en la identificación del lado del analista, quien solo opera en tanto tal desde un lugar donde no es identificable”.[6]

Me parece interesante señalar lo que a continuación Miller trabaja en al menos 5 argumentos para demostrar la dificultad que hay en la posición de que el analista en posición de a, fiel al discurso analítico, no podría ser miembro de nada (sea Escuela o no). Los resumo de la siguiente manera:

  • No se soportaría rechazar cualquier captura por la pertenencia
  • Mantenerse como a, puede convertirse en significante amo-analista.
  • En esa función de a, para operar, se necesita de otro, de una compañía, del $
  • El fin de análisis, y el producto de este. Resultado dos analistas, hay grupo.
  • El lazo que se produce entre el analista y el saber analítico que se produce en la operación analítica.

Menciono de manera acotada lo que Miller trabaja como la posición sostenida en a.

Causa

Cito a Miller “la causa analítica está estrechamente unida al deseo del analista, impensable sin la función de dicha causa”[7]  ¿y cuál es esta causa? La del deseo de saber, en otro, sobre su propio horror al saber, su a (en el analizante). Aquí la función de la causa analítica, en relación al deseo del analista, “de incitar a otro a trabajar para lograrlo”[8]

Y en este punto es que la Escuela se propone para alojar este a, este real, que en un principio opera como a, como horror al saber, y vía la experiencia analítica, ese a, operando el deseo del analista, y la transferencia del deseo de saber (habiendo atravesado el amor de transferencia) es que emerge la causa como deseo de saber, alojada en la Escuela

Escuela

Ubicar a la Escuela como un lugar donde cada uno trabaja sobre su propia relación a la causa, su propia relación a la pregunta de qué es un analista, y donde cada uno bordea el agujero, donde cada uno trabaja en su propia posición, sobre este vacío sostenido por la Escuela ya que no hay una respuesta a esa pregunta.

“La causa del psicoanálisis, a es lo que hasta entonces no pudo alojarse en ningún discurso. La Escuela está hecha justamente para alojar esta causa”[9]

Entonces, y para finalizar diré lo siguiente sobre como habitar la Escuela:

¿La Escuela como un lugar donde se trabaja con otros, desde la propia soledad en relación a la causa analítica (por atravesar la experiencia analítica), para bordear un real no alojado en ningún discurso, aquel mismo real, aquella misma causa que la individual, estando advertido de los influjos de la identificación y sus efectos?

Muchas gracias.


[1] Miller, J. A.: El ultimísimo Lacan, Buenos Aires: Paidós, 2013, p. 10.

[2] Miller, J. A.: El banquete de los analistas, Buenos Aires: Paidós, 2011, p.139.

[3] Idem p. 257

[4] Idem p. 259

[5] Idem p. 260

[6] Idem p. 261

[7] Idem p. 265

[8] Idem p. 265      

[9] Idem p. 266