DEL AMOR DE TRANSFERENCIA A LA TRANSFERENCIA DE TRABAJO
Julián Cánovas
El título de esta noche nos marca un recorrido entre un punto inicial, amor de transferencia, a un punto de llegada, transferencia de trabajo. En el transitar de este recorrido intentaré compartir los motores e impases que considero se podrían presentar, al igual que preguntarnos si hay algo más allá de la última estación.
Amor de transferencia
El amor de transferencia es un descubrimiento con el que se encuentra Freud cuando comienza su práctica, lo interroga sobre ella y le da el valor de motor de la experiencia analítica. Es interesante pensar también en nuestros propios encuentros con este nuevo amor, no sólo como practicantes sino también como analizantes y cómo, a pesar de estar advertidos de él, en ocasiones nos puede sorprender. Lacan toma la transferencia como uno de los conceptos fundamentales, en sus inicios como una experiencia dialéctica que se presenta como obstáculo en la cura. Podríamos decir que si bien su comienzo es un momento de entusiasmo y enamoramiento sabemos que el final de la película no será “… y comieron perdices”. Ya que este amor al final de un análisis debería tener un final. Si bien este amor se puede tomar como un poder que es brindado al analista, este último gracias al deseo del analista no hará un mal uso de él. Miller en El banquete de los analistas dice que todo este curso pondrá al amor como engaño[1] y podríamos decir que en un análisis el sujeto intenta engañar al analista demandando amor, intentado hacerse amar por él.
Continuando con el tema, Miller, en el curso mencionado, tras el hacer un recorrido sobre el concepto de transferencia a la altura del Seminario 8 como SSS; plantea que después de suponer saber, llegando al final de análisis lo que se busca es una prueba, una demostración de ese supuesto. Y que cuando ese supuesto cae hay un saber que aparece alejado del supuesto con todo lo que esto implica. Plantea: el amor es un fracaso del inconsciente (ej. analizante de Lacan) y que esto descansa en el saber ignorado, el saber que no se sabe. Un saber que ya no pasa por el amor, sino por un desuponer. El amor, sería una respuesta al saber ignorado del inconsciente, esta respuesta es el amor de transferencia. Es un más allá del amor al saber pero no un más allá del saber.[2] En el caso de suponerle un saber al otro nos dejaría alejados del trabajo, ¿para qué trabajar si el otro lo sabe? ¡O diría si el otro sabe todo! Esta desuposición de saber orientaría hacia el deseo de saber que se vincularía con el trabajo para producir saber. Esto genera algunos interrogantes. Este trabajo por el saber, ¿cómo se sostiene en la Escuela antes del pase? ¿O sólo se accede a él después del pase? ¿Esta desuposicion de saber estará en sintonía con la frase “el analista se autoriza de sí mismo”? ¿Qué hay de la transferencia después de finalizar un análisis? ¿Cómo manejar los escollos del SSS que se presentan en nuestra práctica y nuestra vida de Escuela? ¿Se podría hablar de transferencia negativa hacia la escuela?
De la paz del cementerio al desacuerdo cortés
Miller en el capítulo 8 de El Banquete de los analistas plantea la temática de la civilidad de los analistas, donde hace referencia a ciertos acuerdos implícitos entre analistas para no poner en discusión el psicoanálisis. Esta modalidad de no agitar el avispero lo hace en referencia a las sociedades psicoanalíticas, donde no se valen del nombre del padre para ir más allá de él sino que creen en el nombre del padre. Esto deviene en ocasiones en el poder totalitario, poder que se apoya en el Todo y su cohesión. ¡Podríamos decir todos callados pero juntos…y en paz! Conservando el lazo asociativo.
La pregunta que surge es ¿qué pasa en la Escuela en relación con el disentimiento y por qué hoy traer este tema?
Con relación a la Escuela creada por Lacan y a diferencia de Asociación de Freud, Freud se ausentó antes de su muerte de lo que sucedía en la Asociación mientras que Lacan antes de morir hizo lo contrario, no sólo no se ausentó de su Escuela, sino que hasta la llevó a su disolución.
La Escuela Lacaniana estaría orientada como dice Miller por un «desacuerdo cortés»[3]. Este desacuerdo en mi lectura apunta a un intercambio de lecturas singulares sobre lo epistémico-clínico intentando sostener y respetar espacios y modos, tratando de no quedar en el automaton del funcionamiento que muchas veces no se percibe en crisis pero que sin embargo se está en ella. No son crisis de funcionamiento, sino que las llama crisis éticas, como la crisis del pase en la actualidad. Esta crisis puede verse lejana y procesarla como un hecho de rutina, pero realmente poner sobre la mesa el pase me hace pensar que es poner sobre la mesa la Escuela, ya que la pregunta por el ¿qué es un analista? tendría una de sus respuestas en el pase y sus AE. Esto marca en acto el espíritu de la escuela, de estar permanentemente poniendo al trabajo lo que ya sabemos, lo que hemos leído varias veces, lo que sabemos de memoria, lo que suponemos etc. Este poner al trabajo lo entiendo como un punto donde pensar la transferencia de trabajo, tomando trabajo como lo define Bassols: el trabajo es una crítica recíproca y conversación sostenida, no dejando tranquilo a nadie en su rincón.[4]
Transferencia de trabajo ¿un concepto milleriano?
Miller en la página 155 de El Banquete… plantea que Lacan utiliza el concepto de transferencia de trabajo con un sentido inequívoco. En lo personal leo los conceptos lacanianos como ciertos neologismos que logran que nos cuidemos de comprender y estemos en permanente desciframiento. Pero en este caso Miller refiere que su orientación era la de unir transferencia y trabajo. En el Acta de Fundación de la Escuela plantea que «la enseñanza del psicoanálisis no puede transmitirse de un sujeto a otro sino por los caminos de la transferencia de trabajo»[5] lo utiliza en la fundación de su Escuela y luego no insistió en este concepto.
Quien sí insistió y lo puso al trabajo fue J.A Miller, quien se valió del concepto para que se produzca una enseñanza del mismo. Es importante resaltar que no dice no puede transmitirse de un profesor a sus alumnos, del amo al esclavo, del analista al analizado, sino que dice de un sujeto a otro, marcando un relevo del trabajo de un sujeto a otro, subrayo sujeto.
Este relevo Lacan lo nombra inducción, inducción a la que apunta su enseñanza. Dar el ejemplo de trabajar e inducir a otro al trabajo y que este lo haga con otro. Miller lo dice con todas las letras: Escuela es trabajo y por eso en una escuela uno no se jubila[6], en tanto se esté en la escuela se trabaja.
La transferencia de trabajo concierne al psicoanálisis y dentro de él queda por fuera de la clínica y de la política, sólo atañe a su enseñanza, tiene que ver con la transmisión y el modo de transmisión de la enseñanza de psicoanálisis.
¿Qué es la enseñanza del psicoanálisis? ¡Qué pregunta! Lo primero que podemos decir es que es una enseñanza sin profesores y es así porque él mismo enseña. ¿Pero cómo enseñar lo que enseña el psicoanálisis? Uno de los puntos es que no se enseña a multitudes. ¿La Escuela sería una multitud? ¿La universidad o los institutos?
¿Qué podría poner palos en esta rueda de la transferencia de trabajo?
Miller da a entender que tanto el silencio, como el no demostrar la ignorancia irían a contrapelo de la transferencia de trabajo. Así, pensar una Escuela demasiado silenciosa debería ponernos en alerta, recordar la enseñanza como pilar fundamental, intentar no quedar en el lugar de amo, sino como trabajador, como trabajador decidido.
En relación con el punto de la ignorancia no se trata de amor al saber sino del deseo de saber. Acá podríamos traer nuevamente la definición de transferencia y marcar esta relación entre saber y amor, un saber que es causal del amor. Pero al final de un análisis el saber ya no tendría un efecto de amor, supuesto, escondido, sino que se trata de un saber a cielo abierto, enseñable. Este saber a cielo abierto abre los caminos al trabajo y no al amor, induce al trabajo, intenta quitar el velo de la represión, el velo del horror al saber.
Frente a este recorrido se me ocurren algunos interrogantes: ¿Sería posible acceder a la transferencia de trabajo sin haber transitado el amor de transferencia? ¿Se podría ser parte de la Escuela, ser parte de esta transmisión, sin haber tenido la experiencia del amor de transferencia o podríamos decir sin haber transitado un análisis? Y esto abre otra pregunta ¿es necesario finalizar un análisis para acceder a la transferencia de trabajo? Miller plantea que la transferencia no se atraviesa en el final de un análisis, sino que como su nombre lo dice se transfiere y por esta razón siempre algo de ella queda, no hay cero de transferencia[7].
Para finalizar considero que la experiencia de la transferencia de trabajo es en ocasiones difícil de situar pero al mismo tiempo está presente en nuestro transcurrir de formación en la Escuela, pero no sólo en ella, considero que las asociaciones, institutos y grupos en muchas ocasiones ponen en juego la transferencia de trabajo como motor de la investigación, lecturas y que salir de nuestros dispositivos repletos de preguntas, llegar a altas horas de la noche a revisar una cita, mandar mensajes sobre dudas o aportes marcan un signo de la inducción al trabajo y por otro lado la exposición del saber que se da en estos intercambios, no siempre formales, pero que dan cuenta de cierta desuposición de saber que autoriza al hablar, al escribir, al participar y al conversar.
[1] Miller, J.A. El banquete de los analistas, Buenos Aires, Paidós, 2011. Pag 136.
[2] Ídem. Pag 190
[3] Ídem. Pag 148
[4] Bassols, Miquel. “Resolución de la transferencia y el pase.” Desescrits de psicoanálisis lacaniana. www.miquelbassols.blogspot.com
[5] Lacan, J. (1964) “Acto de fundación”, en Otros escritos, Buenos Aires, Paidós. 2012. Pag. 254
[6] Miller, J.A. El banquete de los analistas, Buenos Aires, Paidós.2011. Pag. 156
[7] Miller, J.A. Cómo se terminan los análisis, Buenos Aires, Grama, 2022. Pag. 144